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sábado, marzo 18, 2006
 
Màs allà de pupitres y tableros: la universidad como fenòmeno històrico y social (primera parte)

Por el profesor Francisco Tamayo

Con el objetivo de estudiar el desarrollo de la Universidad como fenómeno, desde los énfasis histórico y epistemológico, queremos iniciar nuestra participación en este magnífico blog, esbozando los siguientes temas en las próximas tres entregas: En primer lugar, el Horizonte Fundacional; como segunda temática, la Modernidad Europea, con mención especial para la aparición de la Universidad de Berlín y el modelo universitario Napoleónico, en los albores del siglo XIX; y por último, los Desafíos Actuales de la Universidad, con la contracultura y el abordaje de la complejidad, como tópicos que trazan la frontera entre los siglos XX y XXI.

Para entender la problemática de la Universidad podemos definir diferentes momentos, con ámbitos particulares. Observamos, inicialmente, que la Universidad se sustenta en tres ejes: El Antropológico, cuyo sentido es la formación; el Epistémico, que se basa en la investigación y la docencia; y el sociocultural. Más adelante, la Universidad evoluciona hacia los ejes Epistémico- Individuo - Revolución Burguesa. Finalmente, la triada se consolida desde la perspectiva Socio-cultural - Epistémica – Antropológica.

Una vez contextualizado el problema, nos adentramos a desarrollar en esta primera entrega, el Horizonte Fundacional de La Universidad.

LA UNIVERSIDAD EN SUS PRIMEROS DÍAS

La Universidad surge en el siglo XIII, en la Edad Media. Se llama Universitas, término que designa a la comunidad de personas dedicadas al saber. Dicho vocablo tiene dos connotaciones: La unidad y la Diversidad, que cobran vida en una comunidad específica. Es decir, se vive la Unidad en la diversidad. Pero, ¿cómo se entiende la Diversidad? Muy sencillo. Como un encuentro de Naciones, Saberes y Política. Así, la Universitas queda establecida, con el apoyo de la Iglesia y el Imperio, a través de los Emperadores.


Elemento esencial de la Universidad desde sus inicios es el criterio de Autonomía. La Universidad de París se distingue como la primera institución de educación superior donde se otorgó el derecho a huelga. Dicha situación ofrecía la posibilidad de aumentar su prestigio a las Universidades; y de paso, también a las ciudades donde se asentaban.

Hecho significativo era que una vez intervinieran Iglesia o Estado, la Universidad hacía huelga y trasladaba sus actividades a una ciudad diferente. Por tanto, la autonomía, es principio universitario por excelencia, y permite que cada Universidad se de a sí misma su Rector; es decir, su Camino. La figura del rector fue una conquista y el hecho de que cada Universidad se diera sus propios estatutos consolidaban este carácter.
Entendidos la Autonomía y la Comunidad como caracteres fundacionales de la Universidad, revisemos seguidamente lo sistemático; vale decir, el currículo.

En primera instancia, fue constituido por el Studium Generale y las Facultas. El primero, estaba compuesto por las Artes Liberales; las segundas, por las Facultades, que fueron en un principio la Teología, la Filosofía y el Derecho; posteriormente, en Salerno (Italia), empezó la Medicina.

Un Magister en ese entonces cursaba el Studium Generale y todas las Facultas. Tan elevado proceso de formación, una vez terminado, le permitía recibir la cáthedra.

Es menester aclarar que las Artes Liberales eran aquéllas que los hombres libres de la antigua Grecia practicaban; todas ellas acciones mediadas por la libertad.

Para el hombre griego hay una contradicción entre lo necesario y lo contingente. Lo necesario tiene que ver con la labor y con el trabajo. La labor, entendida como la acción que permite mantener la vida; el trabajo, como lo útil; lo oikos nomos. Dicha diferencia es fundamental para entender lo privado, al interior de la casa. Así pues comprendemos que lo necesario conforma el ámbito del Neg-Otium.

Por su parte, el ámbito Contingente, requiere del Otium, el cual permite el ejercicio de dos actividades libres: la contemplación (teoría) y la Praxis (Polis). Dicho sea de paso, la contemplación es entendida como armonía, y la polis como el escenario en que la acción se desarrolla a través de la palabra. Dado que la Polis es la ciudad, sus asuntos particulares se asumen con la palabra.

Así pues, podemos analizar las Artes Liberales, en su conjunto. Por una parte, están las Artes Liberales de la Armonía, que son la Astronomía (para estudiar el orden del Cielo), las Matemáticas (para estudiar el lenguaje divino de los números), la Geometría (para estudiar los volúmenes) y la Música (para estudiar la perfección del sonido); y por la otra, están las Artes Liberales de la palabra, que son la Gramática (para escribir correctamente), la Retórica (para expresar la palabra que mueve a la acción) y la Dialéctica (para elevar la palabra al diálogo). Una vez surge Roma, son las artes de la Palabra las que tendrán mayor desarrollo.

En el siglo XIII, Alta Edad Media, las Artes Liberales se convierten en el fundamento de la formación, pues constituyen el Studium Generale, que tendrán que cursar los estudiantes. Las Artes de la Armonía conformarán el Quadrivio, y las Artes de la Palabra, el Trivium.

En este importante período histórico, ingresa la obra de Aristóteles a Occidente, producto de las Cruzadas. Son los árabes quienes traducen al estagirita, en primera instancia. En Occidente, el responsable de este aporte es Santo Tomás de Aquino, quien cristianiza la obra del discípulo de Platón.
Es significativo el papel de las Urbs (ciudades) pues se convierten en centros de la cristiandad y el comercio. En ese momento la Ruta de la Seda es el núcleo de las civilizaciones orientales, pero Gengis Khan la destruye. Ello impulsa el desarrollo de Europa, toda vez que el Viejo Continente busca expandirse por necesidad comercial. Colón, con el apoyo de España, abre la ruta de la Atlántida.

Retomando el papel de las Urbs, se menciona que como centros culturales, brindan la posibilidad de constituir la Schollas, que son: Monacales, Palatinas y Cathedralicias, lugares donde se enseñan las Artes Liberales, y fungen como proyecto de unidad europea, con el cristianismo como centro.

Dentro de estas escuelas, las más sobresalientes son las Cathedralicias, y dentro de éstas Notre Dame, en París, pues es el lugar donde enseña un joven de nombre Abelardo. Este maestro aventajado combate a los más ancianos, y recibe el apoyo de los estudiantes. Los Goliardos, son uno de esos grupos. Son muchachos despiertos, inquietos intelectualmente y no menos fiesteros. París vive una época de Cultura.

Luego de sufrir vejaciones infames por causa de enamorarse de su discípula Eloísa, Abelardo funda Saint Denis, y nombra como abadesa a su amada. Tan agitado capítulo termina cuando el maestro Abelardo es nombrado Obispo.

La Escuela Cathedralicia de París será el antecedente de la Universidad de París, donde se enseñará Filosofía, que, con los otros centros universitarios, se convertirán en punto de encuentro de la Cristiandad. Los otros Centros iniciales serán Bolonia, donde se dictará el Derecho, y Oxford, que se especializará en el Quadrivium y será regentada por la Comunidad Franciscana.

Los Franciscanos cambian el concepto de la naturaleza. En Oxford se plantean los antecedentes del método científico y del empirismo inglés, toda vez que se habla de Observación, Descripción e Inferencia. Para estos monjes, la Naturaleza es autónoma y puede leerse en sí misma.

Las Universidades Medievales se organizan en tres aspectos: Un aspecto Antropológico, encargado de la Formación, donde el Alma Mater se entiende como una segunda naturaleza, y le permite al estudiante ascender de una condición particular a una condición universal (es decir, ser imagen de Dios), y al mismo tiempo, recibir una profesión. La formación se entiende como un Ethos, o sea, como un ambiente. Luego, se observa el aspecto Epistémico, donde el saber es visto como un proceso de Investigium – ire (Ir tras la huella de Dios en el mundo, siguiendo un criterio de semejanza por analogía). Como proceso universal, el saber permite que el Magister se convierta en Ph. D – Philosophus Doctus. Para terminar, se aprecia el aspecto Socio – Cultural, entendiendo la Universidad como una comunidad de Destino, amparada por el poder feudal. Aquí se estudia y se vive en función de los otros. Se da una comunidad dedicada al saber con una profunda connotación religiosa.

En España, la Universidad de Salamanca toma el modelo de Studium Generale; y las artes liberales tienen hitos momentos importantes en su difusión en nuestra América: 1538, 1580, y 1653 (año de la fundación del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, en suelo de la Nueva Granada), son fechas que marcan la presencia de la comunidad de los Dominicos en la educación superior del continente del maíz. Se destaca, así mismo, la activa presencia de los Jesuitas en nuestro continente.

Tratemos, ahora, el Quehacer de la Universidad, como: institución formadora en un modelo teocéntrico, comunidad de Destino y Salvación, y como escenario de enseñanza e investigación. De igual modo es pertinente reflexionar sobre el Ser de la Universidad, destacando su sentido comunitario y corporativo, su autonomía en la Dirección y el Poder, y su condición de ser campus donde convergían las nationes y se formaban los profesionales.

Función primordial de la Universidad, entonces, es la formación de la Élite y la consolidación del valor de la nation.

(Espere la Segunda Parte, en la próxima entrega de La Cuestión)

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