lacuestión

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La Cuestión se origina en Barranquilla, Caribe colombiano
viernes, julio 23, 2010
 
Adorable Ibrahim

En Viena se anunciaba una presentación de Ibrahim Ferrer días antes de su muerte el 6 de agosto de 2005.
Foto A.M. Rosales © All rights reserved


lunes, julio 19, 2010
 
"SIEMPRE SONREÍMOS"

Por falta de tener el Diario de Colón en mi menguada biblioteca personal, me he visto imposibilitado de comprobarlo, pero lo creo. Dicen que el Gran Almirante, luego de haber tenido la ocasión de conocer a los aborígenes que poblaban la isla, se preguntó: “¿De qué se ríen estos indios?”

Desconocedores del hecho de que la risa, la alegría consustancial, nos es tan endémica como las jutías y las auras, algunos observadores superficiales de la realidad cubana sostienen que en Cuba todo marcha bien y que la prueba irrefutable es que la gente ríe. Esas personas olvidan que en la noche del sábado 25 de julio de 1953 cuando un centenar de jóvenes idealistas se disponían a morir en aquel disparate que fue asaltar el cuartel Moncada en Santiago de Cuba, el resto de los santiagueros reían y gozaban detrás de la música de una conga y se embriagaban con las cervezas y el ron que podían pagar con su salario.

Durante los 14 años que trabajé en la revista Cuba Internacional (1973-1987) fueron muchas las veces que presencié cómo se hacían las fotos y sobre todo cómo se escogían las que serían publicadas, en particular las fotos de la portada. Los mejores fotógrafos de la época captaban esas imágenes (Iván Cañas, Ernesto Fernández, Figueroa, Pablo Fernández, Cristóbal Pascual y otros) Eran tan buenos en elegir un buen encuadre como en hacer sonreír a sus retratados, a veces yo mismo colaboraba haciendo monerías detrás del fotógrafo.

No es que quisiéramos mentir, de lo que se trataba era de que si aquellos estudiantes de una recién inaugurada escuela en el campo, o aquellos recios macheteros que acababan de cortar su tercer millón de arrobas de caña, o aquellos insomnes soldados que custodiaban el cielo de la patria no sonreían, nos parecía que la escena no estaba completa, que no ocurría en Cuba. Y era tan fácil hacerlos reír y tan natural para ellos complacernos que con el tiempo fuimos configurando el perfil de un país en el que la risa aparecía como un patrimonio de los nuevos tiempos, como un resultado de la revolución. Asumo la parte de la responsabilidad que me corresponde. Yo les hacía gracias, pero eran ellos los que reían.

Lo que no saben los apologistas venidos de otras latitudes es que también nos reímos de ellos, de su imperturbable ingenuidad. Un ómnibus en La Habana donde la gente hace chistes, se cuenta la vida y se toca lascivamente no es el metro de Berlín donde los pasajeros ni se miran y cada cual compite en parecer más hosco.

¡Oye, yuma, tírame una foto y regálame un fula, que tú verás cómo me río!

Reinaldo Escobar, blog "Desde aquí", La Habana, Cuba (http://www.desdecuba.com/reinaldoescobar/?m=200806)

viernes, julio 16, 2010
 
UN COMENTARIO DE FERNANDO LONDOÑO HOYOS

“La independencia de esta América fue posible por muchas razones, como hemos venido analizando, porque apareció en el escenario una clase culta, una gente ilustrada, alrededor de la Expedición Botánica, que fue capaz de asumir semejante desafío. Y es que era derrotar tres siglos de una vida que parecía definitivamente establecida, la vida alrededor del rey, la vida en la dependencia plena de España en todos los sentidos. Para eso se necesitaba una clase ilustrada, una clase distinta, una gente nueva. Todo eso se hizo alrededor de la Expedición Botánica, pero no bastó eso sino que España tuvo que entrar en una profunda crisis institucional y política, la crisis que se produjo con la invasión napoleónica, que se produjo con un sistema monárquico que ya no daba más. El rey, que no gobernaba, que no reinaba, porque quien gobernaba era el amante de su mujer, es decir, eso sí es el mayor indicativo posible de una descomposición interna. Claro, Godoy era el amante de María Luisa y el rey lo tenía que saber porque lo supo todo el mundo y era una cosa ostensible y visible, el famoso “príncipe de la paz”, y el rey colmaba de honores a Godoy, al “príncipe de la paz”. Entonces eso era insostenible y lo que aparecía en el horizonte era algo peor que todo eso, que fue finalmente Fernando VII. En la mitad, unos esfuerzos por liberalizar, por democratizar España, la Constitución de Cádiz, una situación contradictoria terrible. Entonces, una España que no reinaba en América, una generación ilustrada y distinta, y una cosa fundamental a la que nos tenemos que referir hoy: un clima espiritual en la época. Uno de los grandes filósofos del siglo XX, José Ortega y Gasset, tuvo la desgracia de escribir en español porque si hubiera escrito en alemán, como pensó en hacerlo, otro hubiera sido su destino como filósofo. Pues José Ortega y Gasset decía que había diferentes tiempos: tiempos masculinos y femeninos, tiempos de ricos, tiempos crematísticos, tiempos de jóvenes y tiempos de viejos. Pues bien, ese clima de la época es definitivo para ciertas empresas. Hay empresas que no son posibles en determinados momentos y hay empresas que son particularmente posibles porque hay un viento de cola que las lleva por los mares generalmente tempestuosos de la historia".

Pues esta era la época de la Libertad, de la democracia, de la independencia, de la presencia del hombre como individuo en el escenario de la Historia. Esto había nacido con la llamada escuela del derecho natural que dicen fundada por Hugo Gocio y por John Locke y Thomas Hobbes, pero que tenía una enorme influencia tomista. Los que no han leído a Santo Tomás, que son la inmensa mayoría, no saben que Santo Tomás propuso, entre otras cosas, el derecho a la desobediencia a la ley injusta, en ciertas condiciones muy especiales, pero ahí está en la doctrina tomista, y algo más importante: el derecho a la rebelión contra la tiranía insoportable. La escuela del derecho natural, la de Hugo Grocio y la de John Locke, le dio cabida a esas ideas que eran tomistas. Tal vez John Locke no sabía cuánta influencia recibía de Santo Tomas de Aquino, pero era visible y John Locke escribió su “Ensayo sobre el gobierno civil”, que fue definitivo para los dos grandes acontecimientos políticos de finales del siglo XVIII: la independencia de los estados unidos, que conmovió al mundo entero (y la declaracion de independencia de los padres de la independencia americana, una declaración eminentemente liberal), y la Revolución Francesa, nada menos que eso, que era la consagración, y la consagración hasta el paroxismo, y con todos los excesos imaginables, de los principios “rusonianos” y volterianos y de la enciclopedia francesa alrededor del hombre, de su destino, una reivindicación de Protágoras de Abdera tantos siglos después, y todo eso empezó a dominar el mundo, y vino a América en la voz y en el pensamiento de los precursores, y alguien habla de don Antonio Nariño como el gran precursor, el gran precursor para mí, mucho más que Antonio Nariño, fue Simón Bolívar, porque esas ideas libertadoras vinieron en la boca y en el corazón del más grande intelectual de la época, que fue Simón Bolívar, un “rusoniano” de marca mayor, y hay momentos, digo, (que) uno no sabe si está leyendo a Bolívar o leyendo a Rousseau, el hombre a quien después la experiencia templó para no caer en los excesos volterianos y en los excesos “rusonianos”. Bolívar es el más grande pensador de América, que fue además general, y tal vez por ser general y por ser libertador con su espada de 5 naciones, ha impedido que lea su pensamiento y que se entienda su pensamiento y la magnitud que ese pensamiento tuvo, pero era toda una época, era todo un estilo, y, quién lo creyera, Napoleón Bonaparte era hombre de la revolución, a pesar de ser el hombre del despotismo, era una contradicción, y entonces esos ejércitos napoleónicos llevaban imágenes de un emperador que gobernaba como le daba la gana pero también llevaban todos los manifiestos de la revolución francesa, todos los aires de esa independencia, todo ese jacobinismo que llego a Italia y que se impuso con Garibaldi y con todo ese pensamiento, y a España, desde luego, y de España irradio hacia América, y entonces había un ambiente, había una atmósfera que se respiraba, una atmósfera distinta, que hizo posible el 20 de julio de 1810, de otra manera no hubiera sido posible. Esto en la época del derecho divino de los reyes y en la época en que dominaba plácidamente la idea de que el monarca y el papa eran los dos grandes soportes, no solamente de la cristiandad sino del edificio político, no hubiera sido posible el 20 de julio. Hay un clima, hay un momento para cada empresa en la humanidad, y el momento había llegado, el momento de todo ese pensamiento liberal, que, válganos Dios y para sorpresa de muchos, tiene un gran soporte en la filosofía aristotélico-tomista y especialmente en Santo Tomás. Santo Tomás es el gran revolucionario y que ha sido tan poco comprendido y tan poco valorado especialmente porque los que no se han tomado el trabajo de leerlo, especialmente en la “Secunda Secundae” de su “Summa Teológica”, donde está todo su pensamiento político".

"El hecho pues es que había un clima, que había una manera de pensar, que en las almas había un alimento distinto, que era el alimento de la libertad, de un mundo nuevo, de los principios básicos de la democracia, de la justicia, de la igualdad, de la fraternidad. Todas esas cosas llegaron a América con su atractivo incontenible y con el poder que tenía sobre las almas, pero con unas almas especialmente dispuestas para recibir ese mensaje, que fueron las almas de la Expedición Botánica, de la gente ilustrada, de aquellos criollos, de los que hablamos también cuando nos referíamos a los principios básicos del 20 de julio, que era una generación de gente que ya estaba demasiado lejos de España pero que ya estaba comprometida con el paisaje americano, lo que hemos llamado el “mestizaje cultural”, un proceso de transculturación que describió tal vez como nadie Álvaro Gómez Hurtado en un libro inmortal que se llama “La Revolución en América”, que muy pocos han leído y que hay que leer porque ese es un libro capital…estaba escribiendo también Alexis de Tocqueville, “La Democracia en América”, y entonces aquí estamos en presencia de unos efectos incontenibles, de un mundo distinto, de un mundo nuevo, para el que soplaban vientos irreductibles. Podría venir la pacificación de Morillo, podían fusilar a la gente, lo que no podían fusilar era un estado de alma, porque los estados de alma no se fusilan. El 20 de julio de 1810 no hubo un problema con un florero, fue la eclosión de todas unas ondas espirituales que llegaban de todos los rincones del mundo. Le había llegado el momento a la Libertad y a la democracia”.

“La Hora de la Verdad”, julio 15 de 2010


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