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La Cuestión se origina en Barranquilla, Caribe colombiano
sábado, septiembre 10, 2005
 
Cine: lo que nunca llega a Barranquilla: Vodka Limón

Sinopsis
Viudo y padre de tres hijos, Hamo sobrevive en la precariedad absoluta. Un armario, una televisión y un uniforme militar son sus últimas posesiones. Junto a él habita uno de sus vástagos, un haragán bueno para nada. Su hija menor ha muerto y el segundo descendiente emigró a Francia. Cuando una carta de éste llega desde París, todo el pueblo se entera y agita. Un rumor corre como el viento entre la comunidad: la carta contiene una pequeña fortuna en dólares, lo que dista de ser cierto. Sin embargo, Hamo no parece preocuparse frente al desastre: ha encontrado de nuevo el amor en Nina, singular mujer a la que conoce en el cementerio local.
Una colorida galería de excéntricos

Y al final, ¿eran tan malos los comunistas? Es la pregunta recurrente que los personajes de la película armenia Vodka limón se hacen unos a otros mientras luchan incansablemente por sobrevivir en una de las regiones más pobres y más castigadas de la antigua Unión Soviética. La gentil tragicomedia de Hiner Saleem lleva por protagonista a un viudo sesentón que reencuentra el amor en... un cementerio, pero también es la historia de un pequeño y remoto pueblo sepultado en la nieve, donde lo real y lo irreal coexisten en aparente armonía.

El filme de Saleem, atmosférico y excéntrico al mismo tiempo, inicia con la absurda imagen de un músico al que remolcan por un camino subido en su propia cama para que pueda tocar en un funeral. Aquí nos encontramos con Hamo (Romen Avinian), un exsoldado en retiro que se ve obligado a subastar sus pocas posesiones para ahuyentar al hambre. Al morir su esposa, su última esperanza radica en su hijo, quien vive en Francia. Sus diarias visitas al camposanto local toman un giro inesperado cuando se encuentra con Nina (Lala Sarkissian), una atractiva viuda que realiza exactamente el mismo recorrido todos los días.

Como historia, podríamos escribir tranquilamente la totalidad de ésta en el reverso de una estampilla postal, pero, por fortuna, Saleem rodea a sus protagonistas de una colorida galería de locos, entre ellos, la peculiar pareja que compra casi todo el guardarropa de Hamo, sólo para encontrarse ante la dificultad de trasladarla hasta su propia casa, o el otro hijo de Hamo, quien compromete a su propia hija en matrimonio por puro interés, o el misterioso jinete que cruza por varias escenas sin explicación alguna.

Pero el verdadero protagonista del filme es el abrupto y montañoso paisaje: una tierra de maravillas nevadas que deja al espectador pasmado (y helado). Ante ésto, la verdadera maravilla es que el director, a semejanza de Aki Kaurismäki, es capaz de encontrar que la raíz de la empatía humana y la bonhomía propulsada por el alcohol prosperan en un entorno tan adverso y melancólico.

De tal manera, desde otro casi desconocido rincón de la ex URSS llega hasta nuestras pantallas este singular drama casi libre de diálogos, hermano de los trabajos del georgiano Otar Iosseliani y del ya mencionado Kaurismäki. En la Armenia rural post-soviética, el único lujo es el vodka y la única manera de pasar el tiempo libre (casi todo, al no existir trabajo) es sentarse a observar el paisaje en sillas de jardín, a pesar del atroz clima. En un entorno tan vacío, tan brillante y tan blanco a causa de la nieve omnipresente, todo objeto humano parece venido de otro planeta: Una cama de hospital, un piano, y hasta las tumbas ante las que dos viudos construyen su original e improbable romance. El filme consigue envolver al espectador en su inquietante ritmo, y logra poner a Armenia en el mapa cinematográfico de hoy.

Neil Smith
BBC Films

Las insólitas tribulaciones de un viudo de aldea

Al tiempo que mantiene un sólido balance entre Kaurismäki and Paradjanov, este filme armenio sobre un pueblo de montaña perdido en el caos post-soviético, con su desolado cementerio, su único autobús y dos sexagenarios que encuentran el amor entre las ruinas constituye una bendita maravilla. Exploración de la vida en la empobrecida orilla de la nada, la película de Hiner Saleem inmediatamente consigue establecer su ruda y atemperada sensibilidad en el espectador. El pueblo sobrevive gracias a la venta de las posesiones (a veces valiosas, y a veces sin valor alguno) de sus habitantes, las que incluyen hijas casaderas, por lo que el arribo desde Francia de una carta que supuestamente contiene una pequeña fortuna, es la causa de la ansiedad de todos los habitantes. Cuando se le pregunta a un personaje por qué el aguardiente local lleva la etiqueta "vodka limón" si no es vodka y sabe a almendras, la respuesta es: "así es Armenia".

Saleem, kurdo iraquí afincado en París, muestra el oficio visual y el dominio de los sutiles ritmos de la comedia propios de un viejo maestro, y es capaz de sacarle partido al espacio fuera de pantalla, a las composiciones aparentemente inexpresivas y a una serie de arriesgados juegos visuales, mientras conserva una absoluta fidelidad a la luz y al paisaje reales de la región. Desde la primera secuencia, misma que muestra una cama de hospital arrastrada por un camino nevado hasta un funeral (el actor Romen Avinian es heroico como el atribulado protagonista), la cinta hace que la elocuencia cómica parezca cosa fácil de alcanzar.

Desarticulada y hasta árida durante su primera media hora, Vodka limón logra cuajar justo a tiempo en algo muy difícil de clasificar pero que resulta muy efectivo. Estructurada como una colección de viñetas, la película se mueve sin dificultad en un terreno casi surrealista de la primera hasta la última toma, en la que la música actúa como una especie de elemento catártico, Saleem confía en el minimalismo tanto como en el poder del absurdo, y la mezcla de estos dos elementos resulta muy propositiva. Podríamos decir que Saleem consigue, en ciertos momentos, sentar las bases de una narrativa original, muy propia de los nuevos tiempos. Con un título como Vodka limón y a la vista de las locaciones cubiertas de interminables capas de nieve, el espectador desprevenido podría pensar que este filme es otra producción Mosfilm, pero no es así. La cinta, a pesar de mostrar un entorno azotado, más que por el clima, por una condición económica desesperada, es más Beckett que Chejov: los personajes siempre cargan en sus trineos una o dos sillas portátiles, pero no para descansar en ellas, sino para utilizarlas como tribuna en caso que un interminable debate informal surja por allí (cosa que, en efecto, es harto frecuente). En resumen, Vodka limón es un trabajo fascinante que logra desarmar la miseria existencial mediante el humor, sin trivializar ningún suceso ni persona. De hecho, podemos encontrar una cierta dosis de alegría en el filme, aunque tengamos que buscarla con microscopio.
Michael Atkinson
Village Voice

Referencias
La película fue rodada en Armenia y el director es el iraquí de origen kurdo Hiner Saleem (Kurdistán, 1964), que debió huir de su país en 984 para escapar de la persecución del gobierno de Sadaam Hussein. Ha vivido diez años en París.
Filmografía: Vive la mariée... et la libération du Kurdistan (1997), Passeurs de réves (2000), la producción para televisión Absolitude (2001), y Kilométre zéro (2005).
La dirección de fotografía corrió a cargo de Christophe Pollock (Elogio del amor).
Fue producida por Dulciné Films (Francia), Arte France Cinéma (Francia), Sintra (Italia), Amka Films (Suiza), Paradise (Armenia) y Cinefacto (Francia).
Ganó Consiguió el Premio San Marco en el Festival de Cine de Venecia 2003, donde se presentó dentro de la sección Contracorriente.

Otros premios: Festival Internacional de Cine de Newport Beach, Estados Unidos, 2004: Premio a mejor actor de comedia.
Festivales : Festival Internacional de Cine de Toronto, Canadá, 2003. Festival Internacional de Cine de Bangkok, Tailandia, 2004: nominación a premio Kiranee de Oro a la mejor película.
Año 2003
Nacionalidad Francia-Italia-Suiza-Armenia
Género
Comedia
Duración
84 m.
T. original
Vodka lemon

Dirección
Hiner Saleem

Intérpretes Romik Avinian (Hamo), Lala Sarkissian (Nina), Ivan Franek (Dilovan), Rouzanne Mesropyan (Zine), Zahal Karielachvili (Giano)

Guión Lei Dinety, Hiner Saleem, Lei Dinety
Fotografía Christophe Pollock
Música
Michel Korb, Roustam Sadoyan
Montaje Dora Mantzoros
Crítica, sinópsis y fotografías tomados de
geocities

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