La Cuestión se origina en Barranquilla, Caribe colombiano
sábado, septiembre 10, 2005
Carta de Manuela
Apartes de una carta de Manuelita Saez a su esposo, el adinerado inglés James Thorne. Sobran los comentarios:
“¡No, no, no, no más, hombre por Dios! ¿Por qué hacerme usted escribir faltando a mi resolución? Vamos, ¿qué adelanta usted sino hacerme pasar por el dolor de decirle a usted, mil veces, no? Señor, usted es excelente, es inimitable, jamás diré otra cosa sino lo que es usted; pero, mi amigo, dejar a usted por el general Bolívar, es algo; dejar a otro marido sin las cualidades de usted, sería nada".
“¡No, no, no, no más, hombre por Dios! ¿Por qué hacerme usted escribir faltando a mi resolución? Vamos, ¿qué adelanta usted sino hacerme pasar por el dolor de decirle a usted, mil veces, no? Señor, usted es excelente, es inimitable, jamás diré otra cosa sino lo que es usted; pero, mi amigo, dejar a usted por el general Bolívar, es algo; dejar a otro marido sin las cualidades de usted, sería nada".
“Y usted cree que yo, después de ser la predilecta de este general, por siete años, y con la seguridad de poseer su corazón, prefiera ser la mujer del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo o la Santísima Trinidad? Si algo siento es que no haya sido usted algo mejor para haberlo dejado. Yo sé muy bien que nada puede unirme a él bajo los auspicios de lo que usted llama honor. ¿Me cree usted menos honrada por ser él mi amante y no mi marido? ¡Ah! Yo no vivo de las preocupaciones sociales, inventadas para atormentarse mutuamente".
“Déjeme usted, mi querido inglés. Hagamos otra cosa; en el cielo nos volveremos a casar, pero en la tierra, no. ¿Cree usted malo este convenio? Entonces diría yo que era usted muy descontento. En la Patria Celestial pasaremos una vida angélica y toda espiritualidad (pues, como hombre usted es pesado). Allá todo será a la inglesa, porque la vida monótona está reservada a su nación (en amores, digo, pues en lo demás, quiénes más hábiles para el comercio y la marina?). El amos les acomoda sin placeres; la conversación, sin gracia, y el caminado, despacio; el saludar, con reverencia; el levantarse y sentarse, con cuidado; la chanza, sin risa; estas son formalidades divinas, pero yo, miserable moral que me río de mi misma, de usted y de esas seriedades inglesas, ¿Qué mal me iría en el cielo! Tan mal como si fuera a vivir en Inglaterra o Constantinopla, pues los ingleses me deben el concepto de tiranos con las mujeres aunque no lo fue usted conmigo, pero sí más celoso que un portugués. Eso no lo quiero yo: ¿no tengo buen gusto?" “Basta de chanzas: formalmente y son reírme, con toda la seriedad, verdad y pureza de una inglesa, le digo que ‘no me juntaré con usted’, anglicano y yo atea es el más fuerte impedimento religioso; el que estoy amando a otro mayor y más fuerte. ¿No ve usted con qué formalidad pienso?"
“Déjeme usted, mi querido inglés. Hagamos otra cosa; en el cielo nos volveremos a casar, pero en la tierra, no. ¿Cree usted malo este convenio? Entonces diría yo que era usted muy descontento. En la Patria Celestial pasaremos una vida angélica y toda espiritualidad (pues, como hombre usted es pesado). Allá todo será a la inglesa, porque la vida monótona está reservada a su nación (en amores, digo, pues en lo demás, quiénes más hábiles para el comercio y la marina?). El amos les acomoda sin placeres; la conversación, sin gracia, y el caminado, despacio; el saludar, con reverencia; el levantarse y sentarse, con cuidado; la chanza, sin risa; estas son formalidades divinas, pero yo, miserable moral que me río de mi misma, de usted y de esas seriedades inglesas, ¿Qué mal me iría en el cielo! Tan mal como si fuera a vivir en Inglaterra o Constantinopla, pues los ingleses me deben el concepto de tiranos con las mujeres aunque no lo fue usted conmigo, pero sí más celoso que un portugués. Eso no lo quiero yo: ¿no tengo buen gusto?" “Basta de chanzas: formalmente y son reírme, con toda la seriedad, verdad y pureza de una inglesa, le digo que ‘no me juntaré con usted’, anglicano y yo atea es el más fuerte impedimento religioso; el que estoy amando a otro mayor y más fuerte. ¿No ve usted con qué formalidad pienso?"
“Su invariable amiga, Manuela” (Tomado de "Bolivar" de Indalecio Liévano Aguirre)