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La Cuestión se origina en Barranquilla, Caribe colombiano
martes, mayo 31, 2005
 
Los trapos sucios de Sergio Cabrera
El método Cabrera

Por Juan Carlos Gonzales

Algo me hace sospechar que las virtudes que tiene Perder es cuestión de método (2005) provienen de la fuente literaria que le da origen. No he leído el texto homónimo de Santiago Gamboa, pero la atmósfera de novela negra del filme revela su origen en la pluma de este escritor, pues nada en la filmografía previa del director Sergio Cabrera nos hace pensar que él sea el creador de estos ámbitos sórdidos y estas temáticas corruptas que la película recrea con algo de acierto. Lo de Cabrera siempre ha sido una mezcla de cine social, costumbrista y político que logró alcanzar momentos interesantes en Técnicas de duelo y quizá en La estrategia del caracol (una película que al pasar los años ya no resiste una segunda mirada), pero que por lo común ha generado más decepciones y bochornos antes que triunfos. Su "buen nombre" dentro del panorama fílmico nacional es un misterio que en nada se compadece con su trayectoria y que habla cantidades de la miopía y de la falta de criterio de aquellos que invierten en el cine, que ponen por lo general el escaso dinero existente para apoyar al cine patrio en las manos equivocadas. Cabrera y sus productores, antes que en cine, parecen expertos en hacer lobby y en convencer a los inversionistas incautos que, después de involucrados, pretenden recuperar su dinero embarcándose en unas campañas de promoción del filme que aspiran a que pensemos que estamos frente a la más grande obra del cine colombiano. Por fortuna el público no es tonto y empieza a sospechar pronto de tan sospechosas bondades.

Con esta película ocurrió lo mismo: nada hay en el filme que explique el despliegue mediático que se le ha dado. Es valido que los empresarios involucrados deseen recuperar su inversión, pero no que pretendan engañarnos. Esta película, si bien representa un avance dentro del cine de Sergio Cabrera (no es sino recordar el fiasco que fue Ilona llega con la lluvia para entenderlo), no es la cinta que la publicidad quiere que creamos. Como mencionaba al principio, lo mejor del filme es la atmósfera que heredó del libro y que el guión supo conservar, pero lo peor es la dramaturgia, responsabilidad exclusiva del director, un hombre que cree que caricaturizando a sus personajes va a lograr la simpatía y la complicidad del espectador, cuando lo único que logra es despertar extrañeza y distancia. La sobreactuación es factor común aquí, consiguiendo que los personajes parezcan parte del reparto de una opereta y no de una película que sea reflejo de algo que aspire a ser real. Y si fallan los personajes, fallan las relaciones entre ellos y por ende la estructura dramática del filme se va a pique. Si añadimos a esto la inclusión gratuita de un personaje como el que interpreta Martina García -puesto a propósito para despertar el morbo del público- entenderemos que al director Cabrera le faltó honestidad en su propuesta y que quiso utilizar el reparto -poblado de actores y actrices de la televisión- para atraer incautos.
El método Cabrera ha mostrado ser efectivo para seguir haciendo cine, no para convencernos que él tenga los méritos suficientes para ser considerado un buen director.
Tomado del portal de cine colombiano ochoymedio

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